No nos damos cuenta, pero día a día tenemos lecciones de vida y lecciones de muerte, somos testarudos, seres tercos sin control aparente de las situaciones, el estado de incertidumbre nos consume cada vez mas cuando sabemos el por que de las cosas que nos suceden y aun así, no queremos aceptar que todo cambia para poder vivir de nuevo pero en diferentes contextos, creo que lo mas "bonito" es valorar el tiempo en el que podemos sonreír y vivir en esa felicidad relativa que produce la comunión entre dos personas, pero igual, somos obstinados como un toro cuando nos toca aceptar que ha llegado el final y que este no es del todo malo, pues nos permite avanzar en miras de nuevos horizontes; y es entonces cuando nos enfocamos en revivir lo previamente muerto, por que nos da miedo vivir sin eso que nos lleno los días, que antes, no eran mas que una tarde vacía llena de aire caliente y asfalto dulce, intentamos muchas veces hallar formulas y caminos aleatorios para alentarnos en nuestra búsqueda de dicha perdiéndonos siempre en la melancolía del mal de amor, puede que logremos revivir a esa relación con una o dos gotas de ilusión, pero no es mas que darle espacio a un equino agónico que no es lo que fue anteriormente, y salimos heridos, nos lastima la verdad, nos sentimos aun mas solos, decadentes y sin futuro, pues no logramos salir del pasado, tratamos una y otra vez de revivir ese "amor" que de manera cabizbaja y desorientada a penas puede andar, sin darnos cuenta creamos un monstruo a lo frankenstein que no hace nada mas que dañarnos y hundirnos cada vez que lo intentamos, ese amor que se torno grisáceo por los días y fue sepultado con la rutina, es el amor que revivimos cada vez que decidimos leer los obituarios de esta historia, que en algún tiempo fue brillante y que ahora yace pues junto a sus muletas en la tumba del tiempo y el salón de lo glorioso, ese esperpento de amor que entre dos que se genera post mortem y da vida a este vicio insensato y anárquico, ese nuestro llamado Amor Zombie
