Me mantuve un tiempo muerto, encerrado en mis pensamientos y sin animos de compartir ni una sola de mis ideas, olvidé el color del horizonte pues frente a mi, solo había concreto adornado por un par de cuadros, para variar impresionistas, los espejos de la habitación estaban empañados no permitían que viera el color de mi mirada, el cuarto se reducia con el pasar de las horas, era un episodio casi imaginado por Quiroga pero con un toque de posmodernidad
El reloj era el director de turno en la orquesta maquiavelica que dispuso la ironía para matizar mi situación, ¿Te has preguntado alguna vez por que el tiempo se mide con el vaivén de una aguja? mi teoría es simple, cada vuelta teje una parte de la historia, sea nuestra o de otros tarde o temprano todos tenemos un sastre en común.
El aire caliente es insoportable, respiras y te llenas los pulmones con fuego y cenizas, yo se, yo conozco de ese tipo de cosas, no queda otra que toser y continuar, y así lo hice y mientras tanto me mantuve un rato observando los ojos del cerbero, un acompañante un poco tosco, todos llevamos dentro algo de esa ira de tres cabezas, perro sentimiento; le comentaba que siendo sincero no sabia que asustaba mas, si la calma eterna de un paraiso exorbitante lleno de paz perpetua, con flores perennes en el mismo lugar, sin tormentas sin llantos y sin dolor. o lo que se vive en la tierra día y noche, cuya realidad no escapa a la visión que actualmente debe tener pandora en sus aposentos, estoy seguro que si escucharas la misma historia unos siglos atrás no podrías dilucidar si te hablaba del infierno o del cielo.