domingo, 14 de junio de 2009

Apología del temor.


No suelo tentar al diablo, pero a veces voy al baúl de los dilemas sátiros y dejo salir a unas cuantas sombras para poder rodar un nuevo episodio de ficción abstracta entre un sound track de Massive Attack y un procedimiento soberbio de realidad, nada se equipara con el éxtasis que produce enfrentarte a unos cuantos miedos, no hay nada como sacar el revolver a media noche para dispararle a los cuervos que revolotean sobre la cama y no nos dejan dormir, es como el drama que sustenta al fugitivo, que seria de su vida sin el precepto de justicia que lo persigue día y noche, el ser humano no aprovecha sus capacidades, es mas, no esta al tanto de las mismas, bailar tango con el miedo en una noche tormentosa inunda de adrenalina el sistema nervioso, y a pesar de que sabes que esta mal sigues y sigues andando entre el smog, y es esa danza solitaria y sacrilegica que se confunde en combates, pero no podemos hacerle guerra al miedo, pues es el quien nos hace sentir vivos y valorar este pedazo de existencia con fecha de expiración, una vida sin miedo seria una perdida de tiempo ahogados en la apatía de discernir si es mas relevante morir mañana o morir hoy, sin miedo las alturas son absurdas, los puñales dulces y la diversión escasa, es mucho mejor ser quien acabe los días con locura, que quien termine su vida sin nada que contar por no arriesgarse a morir y no hacerlo, es un juego sucio y peligroso, no apto para imbéciles; yo no creo en los rostros por que no son mas que rostros, a todos gusta la idea de tener poder, y beber de la panacea que nos brinda el triunfo sobre las adversidades, sobre el dolor, sobre nosotros mismos mucho antes de colgar las botas.