domingo, 20 de noviembre de 2011

Efecto


¡Que revienten los tímpanos de los oídos traidores mientras caen los bastiones que sostienen sus linajes! quiero ver a las canales drenar la ira vehemente contenida en el subsuelo de esta Sodoma, inundando de verdad las calles una noche tormentosa.
¡Quiero que las almas que se tragó la tierra y la injusticia salgan y cobren venganza! ¡Que se llenen la boca de pieles y se atraganten con las joyas que portan sus ejecutores! verdugos por omisión, ladrones por interés.

“Ahora si rodaste carcelario, no pensase que anochecería con tanto drama ¿cierto? la paila nevada del infierno es para ti, pero tranquilo, te acompañaré todo el camino hasta allí”.
''Y empuñó con fuerza su ímpetu inmortal para
torcer la historia"
Y doblarán las campanas al ritmo que implanta el percutor de una automática, correrán los débiles e inocentes, unos incluso hasta convertirse en mártires, danzarán las espadas y las falsas glorias caerán como cayeron Roma, Troya y Babilón.

“El hombre siempre obsesionado con su autodestrucción, planea y planea, inventa e imita, interpreta las palabras de otros a su antojo para hacer dinero con la preocupación de los humildes, el hombre, siempre hombre”

Imágenes tergiversadas por el ron de los pertrechos, la noche que nos fuma a todos y nos escupe a la calle convertidos en niebla, sin nada que ocultar, sin ropas o mentiras de utilería, en un mundo que es lo que es gracias a nosotros, el destino es lo que nosotros hicimos del presente.

Sobre la acera, entre el kiosco de revistas y un inoperante poste de luz, arden ya las ultimas patas de una silla post moderna valorada en muchos sueldos mínimos, aquella que una vez sirvió para avivar el ego de su subpagado poseedor hoy aviva las llamas de una hoguera, alejándolo del frío, recordándole que se siente ser humano cuando el dinero no te alcanza ni pa pensar en huevonadas y sin embargo eso es lo de menos.

“Por favor señor, has que pase este frío que me come hasta los huesos ¿Cómo llegamos aquí? ¿En qué comento comenzamos a caer?” Se preguntarán los callejones entre el crujir de la madera.

Que el silbido de la brisa de las doce se entrometa entre sus sueños, que les rompa las ventanas y las noches a todos aquellos que sembraron la ira en mí, solo era un hombre siendo hombre y por eso luché y lucho aún ¡No tenían derecho! ¡Soy un monstruo! ¡Soy un monstruo! y ellos mis padres, ahora solo me reconforta este fusil, tarde o temprano mi gatillo cobrará venganza, se que no estaré mejor después de ello, solo menos ocupado.