¡Que
revienten los tímpanos de los oídos traidores mientras caen los bastiones que
sostienen sus linajes! quiero ver a las canales drenar la ira vehemente
contenida en el subsuelo de esta Sodoma, inundando de verdad las calles una
noche tormentosa.
¡Quiero
que las almas que se tragó la tierra y la injusticia salgan y cobren venganza! ¡Que se llenen la boca de pieles y se atraganten con las joyas que portan sus
ejecutores! verdugos por omisión, ladrones por interés.
“Ahora si
rodaste carcelario, no pensase que anochecería con tanto drama ¿cierto? la
paila nevada del infierno es para ti, pero tranquilo, te acompañaré todo el
camino hasta allí”.
''Y empuñó con fuerza su ímpetu inmortal para torcer la historia" |
Y doblarán
las campanas al ritmo que implanta el percutor de una automática, correrán los
débiles e inocentes, unos incluso hasta convertirse en mártires, danzarán las
espadas y las falsas glorias caerán como cayeron Roma, Troya y Babilón.
“El hombre
siempre obsesionado con su autodestrucción, planea y planea, inventa e imita,
interpreta las palabras de otros a su antojo para hacer dinero con la
preocupación de los humildes, el hombre, siempre hombre”
Imágenes
tergiversadas por el ron de los pertrechos, la noche que nos fuma a todos y nos
escupe a la calle convertidos en niebla, sin nada que ocultar, sin ropas o
mentiras de utilería, en un mundo que es lo que es gracias a nosotros, el
destino es lo que nosotros hicimos del presente.
Sobre la
acera, entre el kiosco de revistas y un inoperante poste de luz, arden ya las
ultimas patas de una silla post moderna valorada en muchos sueldos mínimos,
aquella que una vez sirvió para avivar el ego de su subpagado poseedor hoy
aviva las llamas de una hoguera, alejándolo del frío, recordándole que se
siente ser humano cuando el dinero no te alcanza ni pa pensar en huevonadas y
sin embargo eso es lo de menos.
“Por favor
señor, has que pase este frío que me come hasta los huesos ¿Cómo llegamos aquí?
¿En qué comento comenzamos a caer?” Se preguntarán los callejones entre el
crujir de la madera.
Que el
silbido de la brisa de las doce se entrometa entre sus sueños, que les rompa
las ventanas y las noches a todos aquellos que sembraron la ira en mí, solo era
un hombre siendo hombre y por eso luché y lucho aún ¡No tenían derecho! ¡Soy un
monstruo! ¡Soy un monstruo! y ellos mis padres, ahora solo me reconforta este
fusil, tarde o temprano mi gatillo cobrará venganza, se que no estaré mejor
después de ello, solo menos ocupado.