domingo, 12 de diciembre de 2010

El control


Nosferatu, un genio mal juzgado.
No podemos permitirnos eso todo el tiempo, nadie lo hace, solo sucede y  ya,”¿Quieres que te cuente?” todo viene acompañado de una pequeña sensación de inseguridad, luego unas cuantas miradas a los lados como buscando donde caer, la respiración aumenta e hiperventilamos, sudan las manos y mientras la mente comienza a nublarse un pensamiento se adueña de las neuronas, “no puedo estar perdiendo el control, esto no me pasa a mi, le pasa a otros y en la televisión, esto debe ser un error, si, es lo mas seguro”

Pero no es así y las ideas te persiguen como un perro de presa, no hay un lugar que calme el ímpetu ni que aclare los dilemas, ahora todo es desconcierto y rabia, tristeza y descontrol, “Dios, sácame de esta licuadora se sentimientos” debe haber algo que pueda hacer antes de que las olas crezcan y se lleven por completo la isla donde me encuentro, corres sin parar buscando un lugar oscuro para aclarar la mente, un espacio sin nada.

Después de caer sentado al suelo y de llevar las manos a la cabeza el ritmo cardiaco desciende, el sudor se seca y se pega a la piel, tal cual el sentimiento de pesar, la respuesta no esta en el reloj ni en las luces de un Toyota acercándose peligrosamente a las rodillas, y eso que por un momento una sombra encapotada vigiló tus decisiones y justo después de recapacitar desapareció entre la bruma, siempre después nunca antes.

La noche es joven, por desgracia, el sueño solo frena las ganas de escapar, buscas a  Dios, ya recordaste que estabas justo debajo de el, después de la vergüenza vienen las plegarias y atado a las letanías que nunca aprendiste tratas de salir de ese agujero, temes que sea tarde para regresar, “Ayúdame a volver” susurros que escupen temor, ironías que te hacen preso, karma; y así pasaras la noche, cerrando capítulos y abriendo libros, nadie dijo nunca que esto de vivir fuera un desparpajo.

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