jueves, 19 de mayo de 2011

Partículas de caos.


Así se ve el rostro de un inconsciente
(Con el perdón de la vaca)

Todo comienza con un sonido seco y fulminante acompañado por unos cuantos pasos hacia la vereda y el chasquido de unos pies fugitivos pisando los charcos, el cielo no se ve tan distante como siempre, las voces de la gente se escuchan como ecos trepidantes pero nadie vio nada, agoniza sobre el suelo la esperanza de una madre y de un padre, la sonrisa de un hijo, el amor de una esposa, los sueños de una novia, la luz de un país o el cariño de unos amigos; una mañana después, la vida de una persona se traduce en un numero mas para engordar el saldo rojo que dejó el día anterior, su nombre no es mas que un titular y su historia un obituario.

Apiádate Señor de nosotros y dinos por favor ¿Cómo hicimos para llegar a este punto? ¿Cómo permitimos que ocurriera? Nuestros rasgos humanos brillan por su ausencia, bien lo decía Hobbes “El hombre es un lobo para el hombre” ya esto no es un problema de Estado, no es un problema de seguridad, es un problema de sentido común, por que vivimos en un mundo abarrotado conciencias inertes, de sociedades vacías, de familias rotas y de sentimientos infrahumanos, vamos por la vida como autómatas estoicos con mirada de vaca, desentendidos del mundo andando hacia el vacío, ignorando el olor a muerto que rodea las ciudades; así se construye un monstruo, somos nosotros los padres de la mayor aberración que ha podido crear el hombre, la indiferencia.

Esa gran hiena dueña del caos que se alimenta de nosotros cual simples polluelos esperando que un día alguien con cojones se digne a sacarnos de este pantano, así se daña un país, de esta manera rompimos con el sueño de Bolívar, cuando no nos importó que masacraran a un hombre para arrancarle su esfuerzo con envidia y un arma de guerra, cuando no nos importó que una mujer fuera atacada por un grupo de bestias para luego ser violada o cuando vimos que los derechos de un desprotegido estaban siendo violados y volteamos el rostro para no presenciarlo, cuando no dijimos nada por ser “políticamente incorrecto” esperando una medallita de corcho o unas cuantas migajas de pan por parte de un mandamás.

¿Qué pasó con aquellos días donde llevar el pan a la mesa no era un acto de magia? ¿A dónde fueron? ¿Por qué nadie se da cuenta de lo mal que estamos? hemos permitido que nuestra integridad se doble y se corrompa, borramos los conceptos de maldad para así no tener que lidiar con ella cuando la encontramos en la calle día a día  mientras que el amor es un simple motivo para creer débil a aquel que aun mantiene viva esa llama dentro de su corazón, le entregamos nuestra dicha a unos cuantos imbéciles y hoy por hoy perderemos nuestra libertad como cobardes si no abrimos los ojos.

La historia será testigo de nuestra debacle, mientras los sueños que muchos sembramos en este país van quedando huérfanos uno a uno, permitimos a la justicia y la paz dimitir, pero no la crueldad y la codicia, por ello pasaremos al recuerdo como aquellos que se negaron a ver la realidad del cólera que se comía nuestra alma mientras intentábamos sobrevivir en este nuestro petro-mundo.

Y seguiremos temiendo en las calles, temiendo en los salones de clase, temiendo en las iglesias, en los parques, en los hospitales, en las plazas y hasta en nuestras propias casas hasta que llegue el tiempo nos pase factura y se lleve de una vez por todas nuestra vida; no hagas de la cobardía tu epitafio, quizás hoy no te des cuenta de esto, pero ya llegará el día pues todos estamos en deuda.

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