jueves, 19 de julio de 2012

Vigilia




Supe que el alma se arruga bajo el efecto prolongado de las lámparas blancas, el espíritu te habla y te pide que busques una sombra cálida en un lugar callado, donde solo sólo tú puedas escuchar tus penas, desnudar tu alma y hacerte real, real como la gente cuando padece y jadea, humanos como aquellos que lloran un poco de si mismos sobre su camisa.

Frío es el suelo que tus manos y pies bien conocen, y juraría que el espacio no está allá arriba junto a los astros porque he sido testigo de cómo se estiran estos pasillos cuando cae la noche, se hacen largos y prolongados, salvo la luz nada más circula a través de ellos, de vez en cuando el potente estruendo de una puerta sin aceitar que se abre rompe con la monotonía, algo que sirve bastante a salir del trance.

Y te ponen sillas que nunca serán cómodas y relojes que te juzgan sin tiempo así como decía Mario, y las paredes son todas blancas ¿Para qué? ¿Para enfriar el dolor? ¿O para no sentir nada? Te aluden ante todo las dudas y todas estas cuestiones religiosas que desde antes de nacer ya te estaban diciendo que hacer o decir en estos casos, para nada porque nunca se sabe que decir y cuando sabes no se lo puedes decir a nadie porque duele, y duele muchísimo más cuando piensas en lo que te va a doler mañana cuando las voces de la incertidumbre y las piedades de la hipocresía te agobien preguntándote cosas que jamás quisiste saber en tu jodida vida, a veces nadie entiende que tú no entiendes.

La máquina perfecta le dicen, así llaman al cuerpo, si es una máquina  ¿entonces donde está el reset? Siempre hay algo oculto que no viste cuando te entregaron esa felicidad que recibiste, nadie te habló del insomnio o del olor a alcohol isopropílico, de la sal que tienen las lágrimas, de las crisis de Fe o de las mañanas que anochecen para siempre, terminas siendo un adicto al café de medianoche y con trastornos de ira.

Al final cuando amanece y pasa la hora del desayuno hay dos caminos, uno te lleva a casa quizá con tiempo de comprar el periódico y el otro, bueno, el otro también te va a llevar a casa, pero sintiéndote más solo que nunca, solo unos pocos escapan a esto y son los que ya no están o se fueron antes, no hay más que decir.

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